jueves, 24 de mayo de 2012

LOS MILAGROS DEL EVANGELIO




LOS MILAGROS EN EL EVANGELIO



Los hechos ocurridos en el Evangelio, hasta hoy tenidos como milagrosos, pertenecen su mayoría, al orden de los fenómenos psíquicos, a los hechos cuya causa primera está en las facultades y atributos del alma.
El principio de los fenómenos psíquicos reposa sobre las propiedades del fluido periespiritual que constituye el agente magnético. El es la base de todas las manifestaciones de la vida espiritual, durante la encarnación y después de la muerte física. Para encontrar una explicación a esos fenómenos, hablaremos de los fluidos.
No podemos sustraernos a hablar de Jesús en relación a los milagros, ya que su vida y obra, en apariencia están íntimamente relacionadas con ellos.
La superioridad de Jesús en relación a los hombres de su época, es notoria e indiscutible. Sus cualidades y virtudes no están sustentadas en su cuerpo, sino en la perfección de su Espíritu. Su periespíritu estaba formado de los elementos más puros de los fluidos terrestres.
Aquello que los hombres no han entendido a lo largo de la historia, lo han denominado de milagroso; hoy con el progreso de la ciencia, la cual ha explicado hasta la imposibilidad de la creación de la Tierra en siete días, podemos obtener numerosas explicaciones de esos hechos milagrosos, encontrando una explicación racional y lógica.
Es la ignorancia la que nos hace caer en la superstición y oscurantismo, de manera a creer que Dios crea leyes para derogarlas después.
En relación a Jesús, sus “milagros”, tienen una explicación coherente desde que hemos aprendido a aplicar el conocimiento espírita que nos ha abierto los “ojos del alma” y del “intelecto”, para aquellos que tengan oídos, que oigan.
Hay muchos hechos notorios en los Evangelios; sin embargo destacamos varios que parecen hechos más fantásticos, aunque todos tienen una explicación lógica.
Jesús no fue médium, tal como hoy entendemos que es un médium, ya que médium es el intermediario de los Espíritus, y Jesús no necesitaba asistencia espiritual; aunque sí podríamos decir que fue médium de Dios. Sus facultades adquiridas a lo largo de un trayecto de trabajo, esfuerzo y evolución, le permitieron llegar a la perfección: por consiguiente es un Espíritu Puro.
Él que estaba la mayor parte del tiempo gozando de la vida espiritual, dada su elevación moral, podía oír, ver, sanar y anticiparse a los hechos, así como leer el pensamiento de los hombres.

Hay 4 ejemplos muy notorios de esos llamados “milagros”, en el Evangelio:
La pesca milagrosa
La mujer hemorraica
La mujer encorvada
Jesús camina sobre las aguas

El mayor de los milagros de Jesús y el que da testimonio de su superioridad, es el legado que nos dejó: un código moral insuperable. El alcance de su doctrina y la revolución que causó. Un Jesús pobre, humilde, nacido en una tierra casi ignorada, y que sólo predico tres años, sin dejar  nada escrito de su puño y letra; ese es el verdadero “milagro”
“Milagro” que produce el Espiritismo en todos aquellos que de verdad desean caminar a la luz de la verdad, sin preconceptos ni prepotencia; deseando sinceramente alcanzar las luces de la perfección, dejando atrás el dolor y la ignorancia. Asumiendo sus fundamentos y disponiéndose a cumplir humildemente los mandatos y designios divinos, aunque eso suponga sacrificios, renuncias, dificultades y mucha disciplina, pero sobre todo, hay algo que recordar siempre: cada vez que caigamos, por nuestras inclinaciones, debemos de volver a ponernos en pie y caminar, cueste lo que cueste, porque el camino espiritual que debemos caminar, es individual e intransferible. Que no nos falte la fe y la confianza, no sólo en nuestros Amigos Espirituales, sino que debemos recordar constantemente la obra que realizó Jesús en la Tierra, que obrará “milagros” en nosotros.
  
                                                         Isabel Porras González